Padre Fontaine: “En general yo diría que la iglesia está a favor de las reformas”

Publicado el Monday, January 5, 2015

Es miércoles… Antes de conversar, el cura Pablo Fontaine debe hacer la misa de las 11 AM. Unos 30 feligreses

Es miércoles…
Antes de conversar, el cura Pablo Fontaine debe hacer la misa de las 11 AM.

Unos 30 feligreses lo esperan.Son un grupo de personas que se conocen entre ellos y obviamente también a él. Lo escuchan como un niño recibe las enseñanzas de su padre, acá no existen un “no hagas eso”, más bien es un llamado a seguir el camino de la fe y hacer el bien, entender que si bien hoy los seguidores son menos, la iglesia no se acaba en la misa sino que más bien vive en cada uno de ellos y en sus actos.

Pablo Fontaine llegó a vivir a La Unión el año 1996.En ese tiempo le tocó ver el cartel que señalaba a esta ciudad como “capital industrial de la región de Los Lagos”. 18 años después este cura, perteneciente a la Congregación de los Sagrados Corazones dice que le tocó vivir justo el momento en que esas industrias estaban cerrando. Inspirado por su madre, mujer sencilla y cercana a la iglesia, decide ingresar en 1944 a la Congregación para ser ordenado sacerdote el año 1950. 64 años han pasado y el Padre Pablo se ha transformado, para la comunidad de La Unión, en una voz autorizada para comentar sobre la historia y cómo ella ha cambiado algunos de nuestros hábitos.

Crítico de la sociedad cree que la Iglesia debiese cambiar en algunos aspectos, por ejemplo en acercarse a los los trabajadores y al trabajo obrero, idioma universal para entender la desigualdad que hoy existe.

Cuando habla de la ciudad que conoció hace 18 años en su llegada como sacerdote, recuerda la semejanza antigua entre el campo y la ciudad: “Hoy La Unión es una ciudad más adulta en cierto modo. Cuando yo llego no existe la doble vía y otros adelantos. Lo mismo, los caminos en los campos y la tecnología hacen que la vida sea distinta.En ese tiempo le toca alcanzar a ver los campos con más gente. Hoy hay un éxodo hacia la ciudad y poco entusiasmo de los jóvenes por la vida en el campo. Con razón, ya que es muy atractivo estudiar y disponer de todos los adelantos. Es enorme la diferencia en tamaño que hoy existe en la ciudad. Basta ver el crecimiento de las poblaciones en La Unión”.

En base a lo anterior es que dice que la ciudad ya no es la misma, “Había algo idílico, sencillo y la vida no era tan apurada. Siempre se dice -acá todos se conocen en la Unión-, lo que hoy no es tan verdadero. Esto tiene que ver con en el esfuerzo que hoy la gente hace por vivir, por obtener más cosas…lo cual lleva a que tengamos una vida más apurada, buscando un ideal que contrasta con la realidad: los sueldos son bajos y las dificultades para encontrar trabajo en La Unión son grandes. Yo llegué en el momento en que las industrias estaban cerrando. Linos estaba cerrando, Catamutún ya estaba mal, es decir, el momento preciso del descenso y es eso lo que trae el tema que digo, una vida exigente en que siempre está faltando algo, una vida menos alegre y más dura en las relaciones humanas”.

Entonces, ¿La Unión es reflejo de las desigualdades que hoy existen en nuestro país?

R:Una cosa notoria es la diferencia de educación. Las desigualdades más notorias se dan en la Educación, la Salud, la necesidad de buscar trabajo en otras ciudades.

– ¿Y para romper esa desigualdad?

R:En cierta forma, una mejora en la educación y la salud, aunque no sabría decirte si son causa o efecto.Tal vez una reforma tributaria o una mejor situación económica va a mejorar la salud.

– En este sentido, ¿cuál es su opinión de las reformas?

R: Es difícil hablar sobre “lo que piensa la iglesia” porque es hay en ella pensamientos distintos, pero al echar una mirada general, creo que la iglesia está bastante a favor de las reformas. Es casi obvio, no puede haber una educación para gente de primera y otra de segunda, en el fondo vivimos un escándalo que ya no escandaliza, una especie de acostumbramiento.
Sin embargo, no debiera existir esta diferencia que genera injusticia…es como el niño que ve por la ventana lo que los demás están comiendo y él no lo come. Nos acostumbramos a mirar todo eso. Así como hay árboles, hay nubes y hay ríos… hay pobres.

Entonces yo digo que tiene que cambiar, la educación, la salud y para qué decir las Pensiones. Eso de que después de toda una vida trabajando, las personas tengan esa pensión tan mínima. Más que para jubilarse es para morirse.
Ahora, la iglesia sí se ha mostrado preocupada sobre educación. Frente a la reforma, como decía hay cierto acuerdo. Hay preocupación cuando se limita la libertad de las familias para elegir su proyecto educativo.
Hay el temor de que una familia no pueda continuar, para sus hijos, una determinada formación artística, religiosa, de idioma, en la escuela.

¿Pero estamos de acuerdo en que el dinero no debiese ser lo que marque la diferencia?

R: Indudablemente, porque hoy existe este círculo, se entra a un colegio pagado, se tiene una buena educación lo que hace entrar a una buena Universidad y además obtener buenas becas en el extranjero, se termina siendo un buen profesional y se gana buena plata y entonces se pone a los hijos en los mismos colegios. Es un círculo cerrado. Al frente hay otro círculo cerrado de pobreza.

Si debiésemos definir a Pablo Fontaine o encasillarlo en algunas de las tendencias que hoy
están en la agenda pública sin duda sería la palabra progresista, no sólo en su visión de la sociedad.
También marca una crítica respecto a nuestro actuar dentro de su misma Iglesia. Respecto a ella también genera una crítica constructiva, atendiendo factores internos como la lejanía que hoy existe entre las personas y su Iglesia, así como también el camino que debiese tomar ésta a fin de modernizarse en la línea que ha indicado el Papa Francisco.

¿Hoy existe una especie de crisis en cuanto a la fe?

R:Hablando de La Unión hay una baja de aprecio a la Iglesia y yo creo que los escándalos de los curas han sido fundamentales en eso. Imposible que eso no haga daño, porque se produce una especie de dilema: ¿a quién creerle?.
También hay flojera, porque hay quienes se aprovechan. Dicen:“como veo curas que se portan mal, entonces me justifico y no voy a la Iglesia…”

No podemos dejar de lado el tema cultural. Antes existía más tiempo para actividades religiosas y solidarias. El apuro de vida más el momento difícil en la parte económica, también influyen en la falta de fe en la práctica.
Pero esto no debería influir en el anuncio de la Palabra de Cristo. Debemos encontrar nuevas formas de llevarlo a cabo.

Entonces, ¿hacia dónde debiese ir la Iglesia?
R: Primero, la forma que había de Iglesia, con un poder bastante grande, no vuelve más. Eso no va a volver ni tampoco es bueno que vuelva. Pero yo tengo esperanza que haya un tipo de Iglesia más pequeña, más seguidora de Jesús, más metida en la vida de los pobres, más metida en la vida del trabajador. Es que no hay lenguaje más común y más fuerte que el trabajo. Por lo tanto para anunciar el Evangelio.

¿Está a favor que existan curas casados?

R: Sí, pero no estoy a favor de que se acabe el celibato, porque es una figura muy especial y eficiente. Al cura lo pueden enviar a cualquier lado y no tiene arraigo y está a disposición de la iglesia y la gente. Pero por otro lado, puede existir el cura casado, quien también puede vivir la fe en un sector más acotado integrando las realidades de la familia y el trabajo.

¿Y si Ud. hubiese vivido otra iglesia, habría elegido el celibato?

R: Sí, hubiese preferido la vida del celibato. Yo tuve una vocación, como muchos otros, de ver cómo entregarme a Dios lo más posible, por entero, y este elemento era importante, uno se entrega con un voto en que promete no casarse y promete no tener ningún tipo de relación o actividad sexual, tiene la posibilidad de no ser dueño de su dinero e incluso de no tener decisiones sobre sus cosas. Todo eso es atrayente como seguimiento de la vida de Jesús. También sin ser sacerdote. Indudablemente las dos cosas se complementan perfectamente.